domingo, septiembre 7, 2025
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Fábrica de Pan: un emprendimiento que crece sobre Ruta 4

Natalia y Martín transformaron una casa abandonada en un local que hoy combina panadería, café de especialidad y un equipo de trabajo sólido. Con productos que ya tienen clientes fieles y planes de expansión, su historia es una apuesta compartida que nació del amor por Campana y la decisión de dejarlo todo para emprender.

Ruta 4 nunca estuvo en el radar de Martín, pero sí en el de Natalia. Ese corredor, que hoy está en pleno desarrollo, fue su gran objetivo. “Fábrica de Pan” es la franquicia que eligieron para dar el salto: él, con 27 años de trayectoria en una fábrica automotriz; ella, con experiencia en el rubro gastronómico. Invirtieron mucho, apostaron todo y desde la apertura, en abril, el público les dio una respuesta que superó sus expectativas.

Mientras sonaba la canción “We Are the Champions” -de la banda británica Queen de fondo- Natalia y Martín nos contaron que la idea nació de ella: “Yo conocía a la marca como clienta. Por trabajo viajaba mucho y siempre que pasaba por el local de Maschwitz paraba a comprar productos para la familia. Tenía claro que este era el mejor tipo de negocio para implementar en Campana”. Martín confió plenamente en su visión: “A mí me tocó dejar la zona de confort después de trabajar durante 27 años en Toyota. Fue un cambio enorme, pero creí en el proyecto y en lo que ella proponía”.

El primer paso fue encontrar el lugar. Martín imaginaba un shopping o una zona más céntrica, pero Natalia tenía otro plan: una propiedad sobre Ruta 4. “Era una casa en estado de abandono, con ligustrinas y yuyos. A mí me encantó porque vi al corredor y su potencial”, recordó. Así, consiguió el contacto del dueño y cerraron el alquiler del lugar que luego fue evaluado por arquitectos y responsables de la franquicia. El veredicto fue positivo ya que la ubicación tenía futuro. “Cuando lo vieron dijeron ‘acá hay algo’, y eso nos dio confianza”, agregó el.

De esta manera, empezó la remodelación, siguiendo al pie de la letra las indicaciones de la marca, desde la infraestructura y el mobiliario hasta los colores y la disposición de los productos. Hoy, el emprendimiento emplea a nueve personas: siete trabajadores más el matrimonio emprendedor. “Nosotros realizamos las entrevistas laborales y estamos muy orgullosos del equipo que armamos”, destacó ella que, junto a Martín se encarga más de la parte operativa, como estadísticas, contacto con proveedores, control de stock, como así también arreglos edilicios y la decoración.

A cuatro meses de la inauguración, su relación con los clientes se volvió muy cercana. “Desde el primer día tuvimos muy buena aceptación. Tenemos clientes fijos con sus pedidos de siempre: uno viene por su bolsa de palmeritas, otro por chipá, una señora que busca el pan de campo, ya sabemos quiénes son y qué les gusta”, contó Martín. La apertura fue un éxito rotundo en abril, aunque en mayo y junio la afluencia bajó un poco. Luego repuntó y se estabilizó, según nos contaron durante la entrevista que tuvo lugar en el sector recientemente cerrado por Martín con ventanales para disfrutar de un rico café y las exquisiteces que ofrecen resguardados del frío.

La pareja no se detiene. “Queremos ampliar el negocio y optimizar nuestros recursos. Estamos buscando iniciar la venta mayorista de pan de primera calidad a precios competitivos, para distribuir en distintos puntos de Campana y alrededores”, adelantó Natalia muy entusiasmada con el proyecto que planean implementar en un corto plazo.

Además, tienen muchas expectativas con el contexto que está atravesando el lugar. En la zona el Municipio se encuentra pavimentando la Ruta 4 y se está construyendo un predio de la Unión Argentina de Rugby (UAR) justo enfrente del local. “Cuando inauguramos no sabíamos de estos proyectos. Al enterarnos nos motivamos aún más”, admitió Martín, además de celebrar la visión de Natalia de abrir el comercio allí.

Al ser consultados por la fusión del servicio de cafetería y panificados, explicaron que, originalmente la franquicia proponía un servicio de café “al paso”. Pero ellos fueron más allá: “Queríamos que la gente pueda quedarse, disfrutar un café de primera línea, tener una experiencia completa”, explicó Natalia. Para eso, contactaron a los dueños de la cafetería Milano Centrale, quienes capacitaron a su personal en distintas técnicas que fueron desde moler el grano hasta servir un rico café.

Según se puede apreciar, en la vitrina conviven productos frescos y envasados: pan lactal, bollitos de pan negro, pan de hamburguesa, pizzas, prepizzas, budines, tortas, tartas y sándwiches de miga, entre otros. No faltan las facturas, palmeritas y bizcochitos. “La mayoría de nuestros panes no tienen ningún tipo de origen animal”, destacó Natalia, algo que muchos clientes valoran. Los productos estrella son las palmeritas y el pan de campo, aunque el chipá y las facturas también son los más buscados.

Para Natalia, apostar a la ciudad fue una decisión del corazón: “Yo no soy de acá, soy de Córdoba. Llegamos en 1989, en plena crisis, y esta ciudad nos cobijó. Nos dio trabajo, educación y oportunidades. Siempre quise apostar a Campana”. Martín coincide: “Campana es nuestra casa. Este negocio es nuestra forma de devolver algo de lo que recibimos”.

La conversación llega a su fin y, mientras sigue sonando Queen de fondo, la pareja deja un mensaje para otros emprendedores: “El desafío de emprender es no tener miedo. Siempre ir para adelante, con nuevas ideas. Nunca decir ‘no puedo’, sino preguntarnos ‘¿cómo lo hacemos?’. Todo es una oportunidad. Es una lucha diaria, pero nos pone felices lo que transmitimos a nuestro equipo y clientes”, coincidió el matrimonio emprendedor.

 

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