Cecilia Guardati es una corresponsal internacional y productora galardonada con el premio Emmy, cuya carrera ha estado marcada por su dedicación al periodismo político y social.
Con una vasta experiencia cubriendo temas en Europa y América Latina, ha trabajado para las principales cadenas internacionales en español, como BBC, Al Jazeera, CNN, Euronews, CGTN, entre otras. Actualmente, es productora ejecutiva de JUT Media, una empresa audiovisual especializada en documentales.
A lo largo de su carrera, Cecilia ha sido corresponsal en España para la agencia de noticias argentina Télam y colaboradora de la cadena TN. Su cobertura internacional la ha llevado a ser reconocida por su trabajo en los momentos más complejos de la actualidad, como la guerra en Ucrania, por la cual ganó el premio Emmy en 2023.
Además, formó parte del equipo productor de la serie documental “Punto de No Retorno”, un proyecto de la TV pública de Cataluña que obtuvo el Emmy Internacional a la Mejor Serie Corta en 2024. Su carrera sigue demostrando la importancia del periodismo comprometido con la verdad y la calidad.
- ¿Qué te llevó a elegir el periodismo como carrera? ¿Siempre supiste que querías dedicarte a esto?
Empecé estudiando abogacía en la UBA, pero me cambié a Ciencia Política porque creía que me daría las herramientas para transformar la sociedad. Sin embargo, llegó un momento en el que, probablemente por mi personalidad inquieta, sentí la necesidad de salirme de lo teórico y vincularme más con la realidad. Así empecé a incursionar en el periodismo con diferentes talleres y formaciones en redacción, radio y documental.
Me fascinaba la adrenalina vinculada a las noticias, y sobre todo, el periodismo político y los temas internacionales. Quería saber en profundidad, conocer las causas detrás de las grandes injusticias y los conflictos en distintas partes del mundo, para poder aportar una perspectiva que contribuyera a la solución de esos problemas. Por eso, sigo formándome. Estudié desde comunicación de conflictos armados y paz, hasta tecnopolítica y derechos digitales con la intención de comprender mejor el mundo actual y los desafíos que afrontamos.
- ¿Cómo fueron tus primeros pasos en la profesión? ¿Hubo algún momento clave que te abrió las puertas en los medios?
Mi primer trabajo fue una pasantía que conseguí en la bolsa de trabajo de la UBA para la agencia de noticias Télam. Duró tres meses, y me tocó en la sección de Política Internacional, la única que tenía como jefa a una mujer joven. Ella pidió que me contrataran. Pocos años después, en 2003, me apoyó para negociar con la empresa un permiso para trabajar desde España mientras hacía un Máster en Política Internacional y Cooperación. Entonces se produjo un hecho que perfiló mi carrera: los atentados islamistas del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Cubrí el atentado para Télam y diversos radios y televisiones de Argentina, y también trabajé como fixer (productora local y traductora) para una periodista del Washington Post que había sido enviada desde París. Esa experiencia me marcó, aprendí muchísimo. Al año siguiente, cubrí los atentados de Londres, y entré en una seguidilla de coberturas de temas internacionales, entre ellos elecciones en diferentes países europeos y diferentes crisis.
- Has trabajado en grandes medios de comunicación, ¿Cómo fue el camino hasta llegar allí? ¿Qué desafíos encontraste en el proceso?
Mientras trabajaba en Télam colaboré con diversos medios, tanto de Argentina como de otros países. El mayor desafío, aunque suene increíble, siempre ha sido que me paguen por mi trabajo. Cuando sos corresponsal producís tus propias historias, entrevistas, y vas armando una agenda de temas y contactos, que es lo más valioso que puedes tener. Y los medios argentinos solían llamarme pidiéndome mis contactos, o una “entrevista”, lo cual era su forma de pedirme que haga mi trabajo gratis. Sigue pasando que muchos me llaman cuando estoy cubriendo un breaking news y no tienen presupuesto. Además, hay muchos periodistas que trabajan gratis y esto degrada mucho el mercado laboral.
Pero gracias a que tenía al menos un trabajo fijo y una vida muy libre, me fui abriendo camino por mi propia iniciativa y con el apoyo de algunos editores. Mi estrategia era ofrecer coberturas especiales moviéndome por Europa y otros países que tenía cerca, en el norte de África o Turquía. Así me especialicé en revueltas populares, conflictos separatistas, y crisis migratorias y de refugiados.
Luego empecé a colaborar de forma más o menos estable con cadenas como TN de Argentina. Cuando me fui de Télam entré de lleno en la vida de freelance y me di cuenta que la mejor estrategia era unirse con otros colegas. Ahora soy parte de JUT Media, una productora de documentales fundada por el director argentino Gabriel Pecot, que me ha permitido trabajar con algunos de los profesionales y medios más prestigiosos del mundo.
Hemos trabajado con la TV de Colombia, Chile, México y Estados Unidos, como fue el caso de la cobertura de la guerra en Ucrania para Telemundo, con la que gané un Emmy en 2023. También producimos y filmamos documentales para BBC, Al Jazeera, Bloomberg, CGTN, entre otros.
- En tu trayectoria, ¿hubo algún mentor o referente que te haya marcado? ¿Qué aprendiste de esa persona?
Son muchas las personas han contribuido a mi formación. En Télam Rosaura Audi, mi primera jefa, y José Luis Avigliani, mi editor. “Pepe” era profesor en TEA y fue una suerte tenerlo a mi lado cuando daba mis primeros pasos.
Cuando me fui a España conté con el apoyo y la calidez humana de Silvia Pisani, la corresponsal en Madrid del diario La Nación. Ella fue mi referente y me abrió puertas.
Por otro lado, tuve la suerte de coincidir con algunos de los corresponsales de guerra más experimentados del mundo, quienes principalmente me enseñaron a cuidarme. En especial el británico Oliver Marsden, el camarógrafo con el que trabajé en Ucrania.
Y sin duda, aprendí a contar historias con mi compañero en JUT Media, Gabriel Pecot, y con Pablo Tosco, uno de los grandes documentalistas de la actualidad, con el que tenemos el privilegio de trabajar frecuentemente. Y obviamente, Raül Gallego Abellan, director de la serie “Punto de No Retorno”, quien me enseñó a trabajar con su lenguaje inmersivo, fresco e innovador.
- Viajaste por el mundo gracias a tu trabajo, ¿Qué fue lo más enriquecedor de esa experiencia?
Aprendí que más allá de las diferencias culturales todos buscamos lo mismo: vivir en paz y ser felices. Lamentablemente, estamos en un momento de máxima ansiedad, confusión e incertidumbre a nivel global, y el sistema económico nos hace pensar -sobre todo a la clase media que ve cómo su vida se deteriora- que no tenemos otra opción que competir por unos bienes que son escasos y que debemos buscar protección. El auge del nacionalismo de extrema derecha tiene mucho que ver con esto. Sin embargo, viviríamos en un mundo mejor si pudiéramos comprender que nuestros problemas son globales y vivimos en un mundo interconectado, y no nos queda otra que cooperar.
De hecho, lo más enriquecedor de esta profesión es conocer de cerca la experiencia vital de personas de contextos muy diferentes, con problemáticas que pueden parecer ajenas a nuestra vida pero que nos permiten entender aspectos esenciales de la condición humana. Por ejemplo, cubrir las crisis de refugiados y movimientos migratorios es un ejercicio de humanidad y empatía, que nos permite comprender todo lo que nos une.
- ¿Qué diferencias ha notado entre el periodismo en Argentina y en otros países donde trabajaste?
No me gusta hacer muchas comparaciones porque llevo más de 20 años viviendo en el exterior. A pesar de ello, existen similitudes en los grandes medios que usan sus editoriales para influir frente a los debates más importantes que atraviesa la sociedad. Esa línea también se refleja en la cobertura general. En términos positivos, también es similar el espacio que se le da al periodismo de investigación, quizás el mayor baluarte del periodismo hoy en día. No obstante, veo apuestas diferentes en cuanto a los contenidos y formatos. En España y Europa, por ejemplo, se utilizan formatos más innovadores, como las series digitales, y hay más contenidos internacionales, universales. También los estilos son diferentes en la TV y Radio. En ese sentido, en Argentina observo una presencia predominante de panelistas que opinan, en detrimento de los informes o reportajes. No obstante, hay muchos contenidos y proyectos interesantes, como Revista Anfibia.
- ¿Cuál fue la cobertura o historia más impactante que te tocó contar?
La historia más impactante que me tocó cubrir probablemente fue la guerra de Ucrania, por lo inesperada e imprevisible. Viajé a Kiev un mes antes de que comenzara la guerra con la intención de hacer algunos reportajes en profundidad y conocer el terreno, sin saber que la guerra iba a estallar tan rápido. De repente, Rusia invadió Ucrania y la incertidumbre era enorme, fue todo un desafío especialmente en términos de seguridad. Cubrir una guerra requiere unas habilidades emocionales que uno no sabe si las tiene hasta que se encuentra en la situación. Por otro lado, fue un evento que conmocionó al mundo, su impacto fue tremendo porque se trataba de un conflicto abierto en Europa, que amenazaba con extenderse. Además, la guerra supuso un cambio de paradigma y un retroceso en términos de gobernanza global.
- El periodismo ha cambiado mucho con la tecnología y las redes sociales, ¿Cómo te adaptaste a estos cambios?
El periodismo ha cambiado muchísimo con los avances tecnológicos y la forma de consumir de la audiencia. No es ninguna novedad que las nuevas generaciones no se informan a través de los medios de comunicación tradicionales, sino en las redes sociales. Estamos en medio de una gran crisis. Muchos periodistas están apostando por los canales de streaming, pero salvo los que funcionan prácticamente como una radio que emite por Youtube, los contenidos que ofrecen no sustituyen al periodismo de calidad.
Por lo tanto, creo que no todo está perdido. Existe la posibilidad de desarrollar propuestas periodísticas en línea con la nueva forma de consumir contenidos. Por eso, una de las apuestas de JUT Media es desarrollar contenidos de calidad para medios en línea con el storytelling de las plataformas.
- Si miraras hacia atrás, ¿hay algo que harías diferente en tu carrera?
Podría decir que tendría que haberme “separado” de Télam en el momento adecuado. Las agencias de noticias son una escuela y, en mi caso, cuando me fui al exterior como corresponsal me abrió muchas puertas. Télam me permitió crecer, pero acepté condiciones laborales que no eran las óptimas y le invertí demasiado tiempo, energía y hasta dinero, tratando de mejorar el funcionamiento de la propia agencia. Finalmente, me despidieron en medio de la pandemia, luego de una discusión que tuve con el que en ese momento era el vocero del presidente Alberto Fernández. Ellos alegaron una supuesta exclusividad que tenía con ellos, pero no es verdad, y les gané el juicio en primera instancia. Por eso, creo que me di cuenta un poco tarde que tenía que haber exigido mejores condiciones laborales, y no tendría que haber apostado tanto por intentar cambiar desde adentro la dinámica de un medio público.
- ¿Qué consejo le darías a alguien que quiere dedicarse al periodismo y sueña con trabajar en grandes medios?
Es difícil dar consejos, pero yo les diría que lo mejor es ser fieles a sí mismos, que no tengan miedo de decir lo que piensan, que se esfuercen y trabajen con entusiasmo, que nadie te regala nada. Que si quieren trabajar en algún medio concreto, que insistan, que busquen algún contacto para llegar a ese lugar. Pero si le ofrecen un atajo, que desconfíen. Eso no ha cambiado, a pesar de que las redes promueven una realidad diferente. También tienen que saber que el periodismo es un oficio que se aprende con la práctica, y tiene más que ver con la personalidad de cada uno, con la capacidad de poder dialogar con los demás. No se trata de estudiar y opinar. Y deben saber que si lo haces con honestidad puede ser doloroso.
- ¿Hay alguna historia de Campana que te haya interesado cubrir o que te gustaría contar en algún momento?
Probablemente la historia que más me inquieta de Campana está vinculada con la crisis medioambiental y su impacto en la salud de los ciudadanos. Está claro que se trata de una ciudad que forma parte de lo que en Latinoamérica se denominan “zonas de sacrificio”, es decir, cordones urbanos donde se concentran industrias contaminantes que impulsaron el desarrollo del país. El dilema es si existen datos fiables sobre el impacto medioambiental y en el costo que supone para las personas que habitan esta zona. Contar con esta información es crucial para que los ciudadanos tomen decisiones y exijan medidas a las autoridades y las empresas.
- Para los jóvenes de Campana que sueñan con hacer carrera en el periodismo, ¿Qué consejo les daría para abrirse camino en la profesión?
Primero que además de periodismo estudien una carrera que les aporte conocimientos de fondo. El periodismo te enseña a trabajar con la realidad, a conseguir información o investigar y contar una historia, pero se requiere tener otros conocimientos más profundos y herramientas para comprender la realidad y nuestra sociedad. Por eso es importante que lean mucho y miren cine, porque van a entender el poder y capacidad en términos políticos y de comunicación. Y que se nutran de todo lo que les llame la atención, que exploren, sean curiosos, y cultiven la práctica de la escucha y el diálogo. Y que también se pregunten qué es lo que quieren aportar al mundo.
Crédito foto: Andrés Kudacki.