domingo, noviembre 2, 2025
InicioNotas de tapa“El amor que se recibe en Grupo Esperanza no se compara con...

“El amor que se recibe en Grupo Esperanza no se compara con nada”

Así lo aseguró Norma Marquesate sobre la institución fundada por Marita Nabaes que, desde hace tres décadas, continúa acompañando a adultos con discapacidad a través del arte, la recreación y el afecto. Un espacio que crece con el esfuerzo de voluntarios y el amor de toda una comunidad.

Al llegar a la sede de Grupo Esperanza, los sonidos de bombos, platillos y risas llenan el aire. En el SUM, los jóvenes ensayan con “La Murga Esperanza”, una de las tantas actividades que forman parte de este espacio que, desde hace muchos años, promueve la inclusión a través del arte, la recreación y los vínculos. Apenas cruzamos la puerta, los saludos, los abrazos y las sonrisas se multiplican. “Acá todos te reciben con cariño, se dan cuenta si no estás bien y te abrazan con fuerza”, nos contó en una entrevista muy amena Norma Marquesate, integrante de la comisión directiva y una de las referentes con más trayectoria.

Grupo Esperanza es una asociación civil sin fines de lucro que ofrece actividades recreativas y formativas para adultos con discapacidad, a partir de los 18 años y sin límite de edad. Actualmente asisten unos 70 jóvenes acompañados por un equipo de voluntarios que trabaja ad honorem. Las propuestas -que incluyen pintura, cocina, murga, radio, huerta y otras- apuntan a fortalecer la creatividad, la socialización, la autoestima y el sentido de pertenencia.

“Podés trabajar mucho y ganar dinero, pero no se compara con el amor que se recibe acá”, expresó convencida Norma, con la emoción de quien habla desde la experiencia. En cada palabra se refleja la dedicación de un equipo que mantiene vivo el espíritu con el que todo comenzó. El origen se remonta a Marita Nabaes, su fundadora, una mujer que al jubilarse decidió dedicar su tiempo a crear un espacio para aquellos jóvenes con discapacidad que ya no encontraban un lugar donde continuar aprendiendo y compartiendo. “Marita fue el corazón de todo esto —recordó Norma—. Ella pensó en quienes quedaban afuera, en los que ya no tenían un ámbito donde socializar, y con apenas ocho chicos empezó a reunirse en la capilla Santa Bárbara. Desde ahí comenzó a visibilizar la discapacidad en Campana”.

Aquellos primeros encuentros, llenos de entusiasmo y solidaridad, fueron el punto de partida de una historia que no dejó de crecer. Los talleres se dictaban en parroquias, clubes o casas particulares, hasta que en 2013 comenzó la construcción de la sede propia, “Casa Esperanza”. El proyecto se concretó gracias al esfuerzo de toda la comunidad y al compromiso de muchas personas que creyeron en la misión del grupo. “Tener nuestro espacio fue un cambio enorme. Nos permitió crecer, organizarnos y brindarles a los chicos un lugar que realmente sientan como suyo”, destacó Norma.

Hoy, la casa está llena de vida. Los espacios se reparten entre talleres artísticos, cocina, radio, baile y huerta hidropónica —donada por Tenaris en 2020—, que actualmente se encuentra en funcionamiento. Los jóvenes eligen sus actividades cada año y participan con entusiasmo, sabiendo que cada jornada es una oportunidad para aprender, expresarse y disfrutar. Además, la institución organiza matinés, eventos solidarios y dos grandes encuentros anuales para recaudar fondos: la cena y la “Pizza Party”, fundamentales para sostener los gastos del edificio.

El grupo se financia, en parte, gracias al apoyo del Municipio, que brinda subsidios para su funcionamiento, y con la venta de productos elaborados por los propios jóvenes en el taller de cocina. “Todo cuesta, pero tratamos de autogestionarnos lo más posible. Los voluntarios trabajamos ad honorem y lo hacemos con amor, porque ver a los chicos felices es nuestra mayor recompensa”, afirmó Norma, al tiempo que destacó el apoyo de la Agrupación Melo con las “empanadas solidarias” cada 9 de Julio.

Uno de los proyectos más significativos es la radio institucional, nacida también de la visión de Marita. Inspirada en otras experiencias de comunicación inclusiva, gestionó la creación de un espacio propio donde los jóvenes pudieran expresarse y compartir sus voces. Hoy la radio transmite por YouTube todos los jueves y viernes, con programas en los que ellos eligen la música, leen mensajes y conducen sus propios segmentos. “Es impresionante cómo creció. Es su lugar de expresión, donde se sienten protagonistas”, contó Norma.

En Grupo Esperanza también se festejan los cumpleaños, se comparten meriendas y se organizan viajes. Este año, por ejemplo, están preparando una salida a Mar del Plata, completamente financiada por la institución. “Ninguno de los chicos paga nada. Todo lo conseguimos con esfuerzo, donaciones y la ayuda de mucha gente que siempre está. Lo importante es que ellos disfruten y vivan experiencias nuevas”, explicó.

A lo largo de la charla, Norma se emocionó al hablar de la fundadora: “Marita nos enseñó todo: cómo gestionar, cómo presentarnos, cómo mirar al otro. Fue una mujer increíble, inigualable. Su corazón sigue latiendo en cada rincón de esta casa”.

Cuando le preguntamos qué le deja el trabajo con personas con discapacidad, respondió sin dudar: “Aprendo todos los días. Cada uno tiene su tiempo, su forma, sus posibilidades, pero todos nos enseñan algo. Nos enseñan empatía, paciencia y amor. Es un amor tan intenso que a veces ni en tu propia familia se siente igual”.

Antes de despedirnos, con los ojos llenos de emoción, Norma nos dijo: “Grupo Esperanza es un lugar que da amor y recoge amor. Donde los jóvenes se sienten parte, donde se divierten, aprenden y se integran. Y donde nosotros, los que acompañamos, recibimos mucho más de lo que damos.”

A más de tres décadas de su creación, el legado de Marita Nabaes sigue vivo en cada abrazo, en cada risa y en cada proyecto que crece dentro de Casa Esperanza. Porque allí, en ese edificio que late todos los días, la inclusión no es una consigna: es una manera de vivir

Publicidadspot_img

MAS POPULARES