El buque “Monte Cervantes” fue botado el 25 de agosto de 1927, en Alemania, en los astilleros Blohn Und Voss, junto a otros cuatro buques similares.
En su primer viaje, el 25 de julio de 1928, embistió un témpano cuando se dirigía hacia el Ártico.
A partir de ese momento, la empresa comenzó a realizar viajes turísticos. El buque pertenecía a la “Hamburg Sudamericanische” y realizaba el recorrido Puerto Madryn, Punta Arenas y Ushuaia, lógicamente saliendo del puerto de Buenos Aires, contando con una capacidad de 1200 pasajeros.
El 22 de enero de 1930, en su regreso de Ushuaia, choca con unas piedras sumergidas, que no estaban cartografiadas, llevaba a bordo una tripulación de 1127 pasajeros y 250 tripulantes.
Pero más allá de la historia del buque, el tema pasa que en “La Cárcel del fin del Mundo”, se encontraba preso, un anarquista, que había tenido un paso por Campana, trabajando en los talleres del ferrocarril: Simón Radowitzky.
Entre los 1127 pasajeros, se encontraba la familia del Dr. Martín Becerra y Lorenzo Comelli, reconocido anarquista, dueño de una librería, imprenta y pinturería artística, ubicada en Rivadavia 130, quien había trabado amistad con Radowitzky cuando él mismo arribó a Campana.
A raíz de lo anteriormente descripto, nos preguntamos, (según lo conversado con familiares de Lorenzo Comelli: el señor Eduardo Archoni y su nieta, la señora María del Carmen Comelli):
¿Comelli, casado, anarquista, con un hijo recién nacido, solo en un viaje de placer, teniendo en cuenta que conocía a Simón Radowitzky?
Becerra, si bien llevó a su familia, junto con Lorenzo Comelli (viajaron juntos), ¿cuál era la verdadera finalidad de este viaje?, si bien el único atractivo que presentaba Ushuaia en esos momentos era su cárcel. Como dato, recordemos que al momento del hundimiento del Monte Cervantes, la tripulación del buque, duplicaba a la población de Ushuaia.
¿Si bien Lorenzo Comelli lo conocía, se habrá encontrado con el preso 155? Este viaje y conociendo que en poco tiempo fue indultado, nos deja un gran interrogante.
Por:
Profesor Andrés Suardini
Juan Cruz Fernández Ciancaglini