sábado, agosto 2, 2025
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Roberto Arlt, el autor argentino que quiso inventarlo todo

Se trata de uno de los escritores más reconocidos de la literatura argentina quien, además, tuvo un gran interés como inventor: intentó crear medias irrompibles, un medidor de estrellas fugaces y hasta una tintorería para perros. A 83 años de su muerte, la Secertaría de Cultura lo homenajea y recuerda explorando parte de su vida y legado.

Nacido el 26 de abril de 1900, hijo de inmigrantes, vivió en el barrio porteño de Flores. A los ocho años de edad fue expulsado de la escuela, pero continuó su educación de manera autodidacta. Se dedicó al periodismo y enseguida destacó con su pluma. Entre la década del veinte y el treinta participó del mítico grupo literario de Boedo -junto con otros escritores, como Raúl González Tuñón, César Tiempo, Elías Castelnuovo, Álvaro Yunque, entre muchos otros-, en el que ejercitaron una literatura de vanguardia.

Influenciado por autores como el ruso Dostoievski y los franceses Zola y Balzac, Arlt fue uno de los primeros escritores en tomar lo urbano como semillero de conflictos. Las novelas de Ricardo Güiraldes, según algunos especialistas, fueron el canto del cisne de la literatura rural, mientras que la primera obra de Arlt dio comienzo a una literatura urbana con toda una poética narrativa extraordinaria y original.

“Arlt se mantuvo al margen de los círculos literarios durante años y debió luchar en vida contra los prejuicios de quienes le criticaban su supuesta ‘incultura’ y la ‘desprolijidad’ e ‘incorrección’ de su escritura. Se podría decir que, en más de un sentido, era un outsider. Con el tiempo, su figura se agigantó, al punto de que se lo considerara casi un profeta de las letras argentinas, y su obra, de un valor que muy pocos se atreverían a cuestionar”, comentó la periodista Verónica Abdala, cuando en 2022 se cumplieron 80 años de la muerte del autor.

Y agregó: “Este hombre que se ganaba la vida como periodista y cometía algunos errores de ortografía supo sintetizar en su obra literaria, como nadie, el desencanto de las clases medias urbanas de la Argentina de los años 20 y 30: los argentinos imposibilitados de cumplir sus sueños, para quienes el orden social es el velo que pretende ocultar la desigualdad, desfilan por su obra como desfilan por la de Borges compadritos arquetípicos, figurones inventados o personajes extraídos de la historia universal de la literatura”.

Aquellas preocupaciones y motivaciones que Arlt registró en su literatura son parte de muchos de sus textos que, hoy, se consideran clásicos de la literatura argentina. Por ejemplo, sus Aguafuertes porteñas, publicadas en el diario El Mundo (1928 y 1933), o sus novelas como El juguete rabioso (1926), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931). Por otra parte, con una personalidad polifacética, Roberto Arlt también experimentó más allá de la literatura. Y, así, llegaron otros tipos de invención.

Arlt inventor

Si bien fue su carrera de escritor la que le daría un reconocimiento notable, no dejó de lado su ganas de crear e inventar más allá de la literatura. Su creación más reconocida fue la que patentó en 1934 como Sistema de Galvanización de Medias. Su idea era conquistar el mercado femenino con la creación de medias que durasen años sin rasgarse. Junto con el actor Pascual Naccaratti instaló un laboratorio en Lanús donde probó diversos tipos de goma líquida y látex sobre piernas de maniquíes. Crearon la sociedad ARNA (Artl +Naccaratti) y con el dinero obtenido construirían un teatro. En ese entonces, Arlt ya había comenzado a escribir obras para Leónidas Barletta, director del Teatro del Pueblo, y confiaba en que, produciendo sus propias obras en su propio teatro, ganaría lo suficiente como para dejar sus obligaciones como periodista.

Junto a Silvio Astier, crearon el señalador automático de estrellas fugaces, que funcionaba gracias a que células de selenio conectada a un electroimán podía detectar la presencia de las estrellas fugaces cuando su luminosidad es captada por un lente. Ese mismo año, también nació la idea de elaborar una máquina que escribiese, con caracteres de imprenta, a medida que una persona le dictaba. Esa creación vio la luz años más tarde. Arlt nunca patentó la invención.

Los inventos, de la mano del experto Augusto Remo Erdosain, fueron en la misma línea: la apertura de una tintorería para perros, metalizar los puños de las camisas, lanzar al mercado un matasellos fechador y una máquina para prensar ladrillos se suman a la lista. La invención de transformar las rosas en rosas de cobre, con sus tallos de alambre y sus finos pétalos metalizados, estuvo muy cerca de ser patentado por la Electric Company.

Sus inventos no funcionaron cómo anhelaba y le provocaron frustración además de ocasionarle pérdidas económicas y toda serie de accidentes domésticos. Sin embargo, hasta sus últimos días la confianza en su inventiva siguió intacta. Murió el 26 de julio de 1942, a los 42 años de edad.

Más allá de sus intentos por inventar, se lo sigue recordando y celebrando por el gran aporte a las letras de esta parte de la región. Hoy, en un nuevo aniversario de su fallecimiento, compartimos once frases de algunos de sus libros más icónicos, entre ellos El juguete rabioso (1926); Los siete locos (1929); Los lanzallamas (1931).

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