Si de cosas dulces hablamos, sin dudas, la confitería Antiguo Molino tiene un lugar ganado.
Todo comenzó con la construcción en el año 1910, de la panadería “El Centenario”, ubicada en la calle Moreno, entre Alberdi y Estrada, la cual fue inaugurada en 1914, y era de avanzada, debido a que tenía una cuadra, lugar donde se elaboraba el pan, que era subterránea, con un horno abovedado, pero de última generación, estaba totalmente azulejada y con máquinas modernas para esa época.
Con el cierre del frigorífico, Baltazar Boetti sufrió el momento y tuvo que cerrar, pero igualmente siguió fabricando pan y con extrema solidaridad, y en su duro castellano decía: “No vamos a dejar a los chicos sin pan”.
La panadería “El Centenario”, tenía una gran deuda con el molino que le proveía harina, motivo por el cual debió venderla.
Por el año 1936, el hijo de Baltazar, Pablo, había comenzado a trabajar en la panadería Antiguo Molino, ubicada en la calle San Martín, al lado del actual Edificio 6 de Julio. El oficio de Pablo, fue el de panadero, como el de su padre. Por el año 1939, José De Paoli, se quiso retirar de su panadería, debido a que había enfermado su socio, por tal motivo le ofrece a Pablo la panadería, con muchas facilidades para pagarla, pero, rechazó la oferta.
Cierto día, apareció de Zárate un señor de apellido Franchescci, panadero, a comprarle a De Paoli, su comercio, el cual le dice que no, porque la panadería, se la había vendido a uno de sus empleados. Este hombre, venía a comprarla de contado, pero, sin embargo, prefirió en agradecimiento dejarla para su empleado. Pero, esto tenía una historia detrás, porque dejársela a un empleado. Antes del cierre del frigorífico, hubo una gran huelga de molinos y panaderos, el señor De Paoli, no conseguía harina ni leña, por lo que su negocio estaba en peligro.
En ese entonces Baltazar Boetti, le envió un carro lleno de harina y otro de leña, desde ese momento, Don José jamás olvidó ese gesto y por ese motivo años después decidió compensarlo con otro mayor: la panadería.
Pablo Boetti, se hizo cargo de la panadería el 1° de enero de 1940. En esta panadería la única ventaja era que contaban con amasadora, sobadora, pero después, todo el corte era manual, no había “bolleras” ni armadoras.
En 1948 en Campana, los panaderos se unen y forman I.P.A., centralizando la producción en 3 panaderías. Como dato informativo, también podemos mencionar que la levadura en las panaderías la distribuía Felipe Chehede.
A partir de ese momento, Boetti, no fabricó más pan, lo traía de donde se fabricaba. Entonces, surgió una idea que la haría distinguirse una idea que la hará distinguirse de las demás: la confitería, se fabricaban facturas, confituras y se repartían en las panaderías.
El confitero, un profesional extraordinario, que tuvieron los Boetti fue Carlos Garayalde, trabajó con ellos dos años.
Su hijo, también llamado Pablo, junto con su padre allá por 1956, abrieron una heladería “Mickey”, trabajaban entre los meses de octubre a finales de marzo, donde cerraban.
La misma poseía triciclos de reparto, con los que realizaba venta ambulante, los helados eran de fabricación industrial, su marca era Macris y según la familia Boetti, fueron los primeros de este tipo en ser comercializados en nuestra localidad, antes de que ingresaran con posterioridad, otras reconocidas marcas.
Pero Pablo, hijo, estaba casado, quedaban muchos meses sin trabajo, entonces decidió volver a las fuentes. En el 70, abrió la confitería, (pegada al edificio 6 de Julio, lugar que luego fue adquirido por la empresa Axion) dicho comercio en la actualidad lo dirige Gabriel, (actualmente ubicado en avenida Intendente Jorge Varela 334) el hijo menor del ya desaparecido Pablo, mientras que Pablo el mayor de los hijos, es abogado.

Por Juan Cruz Fernández Ciancaglini y Profesor Andrés Suardini
Fotografías gentileza de Gabriel Boetti