La Iglesia Santa Florentina de Campana, un símbolo de fe y tradición para la comunidad local, tiene una historia rica que data de finales del siglo XIX y sigue siendo un centro de culto y espiritualidad para sus habitantes. Su origen remonta a la creciente población de Campana en la segunda mitad del siglo XIX, que, bajo la atención espiritual de la Parroquia de Exaltación de la Cruz, comenzaba a demandar una iglesia propia.
En 1875, la población local comenzó a formarse, y fue a partir de allí cuando los hermanos Costa decidieron donar uno de los ocho triángulos de terreno alrededor de la plaza, con la condición de que se erigiera una capilla dedicada a Santa Florentina, en honor a su madre, Doña Florentina Ituarte de Costa. Esta capilla fue construida con dedicación y esfuerzo de los habitantes, y en septiembre de 1885 se informó al Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Federico Aneiros, que la obra había sido completada. Fue el 11 de octubre de ese mismo año cuando la capilla fue bendecida formalmente, marcando el primer paso en la historia de lo que más tarde sería la Parroquia de Santa Florentina.
En 1886, el presbítero José Viola fue propuesto como capellán de la nueva capilla, debido al notable crecimiento de la población, que ya superaba los 7,000 habitantes. Esta decisión, respaldada por el entonces Arzobispo Aneiros, estableció un lazo más profundo entre la comunidad y la iglesia. En 1893, finalmente se solicitó la creación de la parroquia, y fue así como, el 30 de diciembre de ese año, la Parroquia de Santa Florentina fue formalmente establecida. José Viola fue nombrado su primer párroco, y la parroquia comenzó a trabajar de manera más estructurada y organizada, contribuyendo significativamente al bienestar espiritual de los campanenses.
El desarrollo de la iglesia no terminó ahí. En la década de 1960, se descubrió la verdadera identidad de Santa Florentina, lo que llevó a la decisión de trasladar la festividad de la santa al 6 de julio, en coincidencia con la creación del Partido de Campana. Este cambio, aprobado por el Papa Juan XXIII a través de un rescripto, unificó lo civil y lo religioso en una celebración común para la ciudad. Durante esta época, el párroco Luis Roza también compuso el himno a Santa Florentina, que se convirtió en un símbolo de identidad para los habitantes de Campana.
Con el paso de los años, la Iglesia Santa Florentina continuó creciendo en importancia. En 1964, al fallecer el padre Roza, lo sucedió el padre Domingo Bruno, quien comenzó la construcción del actual templo. Esta nueva iglesia, con su arquitectura moderna, fue diseñada por los arquitectos Massa Lynch. Aunque originalmente se proyectó un techo de cobre, no fue posible concretarlo porque no se encontraron operarios capacitados para trabajar con este material en esa época, por lo que finalmente se utilizó zinc. Su diseño está inspirado en las carpas de las tribus de origen árabe, lo que le da un estilo único y distintivo.
El templo destaca por su campanario separado y su impresionante mural en el altar mayor, obra del reconocido pintor Raúl Soldi. Este mural cerámico, financiado por el empresario Agostino Rocca y materializado por la ceramista Tove Johansen, representa a Santa Florentina ascendiendo al cielo, con la inscripción “Florece como el lirio”, una frase que refleja la mística y la devoción de la santa. Además, la Capilla del Santísimo Sacramento alberga un retablo creado por el artista local Alberto Abella, que representa al Sagrado Corazón de Jesús bendiciendo a la ciudad. En este retablo se incluyeron símbolos representativos de Campana, haciendo de esta obra algo muy peculiar y significativo para la comunidad.
En 1976, con la creación de la Diócesis de Zárate-Campana, la Iglesia Santa Florentina adquirió una nueva categoría, al convertirse en la Catedral de la nueva Diócesis. Monseñor Alfredo Mario Expósito asumió como el primer obispo y, desde entonces, el templo parroquial ha sido el centro de la vida religiosa en la región. La iglesia es ahora la única catedral del mundo dedicada a Santa Florentina, un honor que subraya la singularidad de este lugar sagrado.
Además de su importancia histórica y religiosa, la Iglesia Santa Florentina conserva una reliquia de la santa: un fragmento de su rótula, que fue donado por el padre Félix Ferrante y se conserva en un relicario en la Capilla del Santísimo Sacramento. Esta reliquia, obtenida de las monjas dominicas en el convento de Santa Florentina en Écija, España, es un símbolo tangible de la conexión entre la comunidad de Campana y la historia de la santa.
Hoy en día, la Iglesia Santa Florentina sigue siendo un pilar espiritual para la ciudad, un lugar donde la fe, la tradición y la comunidad se unen, tal como lo hizo la comunidad de Campana hace más de un siglo. Su historia es un testimonio de dedicación, sacrificio y devoción, elementos que siguen vivos en cada rincón de este importante templo.